Los ojos. Los ojos y la comisura de los labios.

Los ojos. Los ojos y la comisura de los labios. Los ojos achinados, burlones, vivaces, ojos de Puck, que frunce el ceño y, por tanto, convierte sus ojillos en dos rajas casi imperceptibles, para librarse del polen primaveral en los bosques de una noche de verano. Ojos perspicaces, irónicos, algo inquietos. Como los labios. Insaciables, aburridos, glotones, tenaces en su mueca, despectivos, cruelmente irónicos, con esa crueldad que sólo la juventud triunfante, la juventud capaz de insultar por su frescura, porque no tiene ni ayer ni mañana, se permite.
Los pulgares metidos en los bolsillos del pantalón vaquero o en la cintura, dejando que el resto de los dedos tamboliree inconscientemente en un vientre plano sin asomo de grasa. La cintura escuálida y el talle breve, las caderas ambiguas y el rostro magro, los hombros frágiles, porque todo en él era frágil. Todo. Su cuerpo y su alma, difícil, compleja, yedra sin árbol al que arrimarse, alma del niño que creció a destiempo y se fue demasiado pronto. Porque se lo llevaron sin que jamás protestase por una muerte que en el fondo iba buscando, sabedor de que la cita con ella le esperaba en la vuelta de la esquina, en el callejón oscuro del bulevar de Santa Mónica, en la siguiente curva de la carretera, en el aparcamiento del motel con olor a mantequilla rancia. Buscó la muerte sin miedo, con tranquila resignación, porque de niño había vivido con ella, con su sombra, y de adolescente se vio obligado a luchar contra todo excepto con la muerte. No se opuso a ella, se limitó a esperarla con los ojos fruncidos, la colilla apagada en la comisura de los labios, demasiado burlones y los pulgares buscando refugio una vez más en el pantalón. Cuando al fin llegó, estaba a punto de convertirse en un hombre, de ser reconocido como actor intuitivo pero sólido. Y se quedó en el umbral. Sólo, como siempre. Sin posibilidades de entregarse, sin madurar. Como mueren los mitos: a tiempo. En el momento oportuno.
Extracto del libro: "El Gran Rebelde",
de Luis Gasca (Abogado y periodista)

1 comentario:

Unknown dijo...

Eres una gran persona y por eso mereces lo mejor.